Síndrome Metabólico.

El síndrome metabólico se está volviendo cada vez más común en los Estados Unidos. Las enfermedades cardiovasculares suponen una constante y creciente amenaza para la salud de los ciudadanos de países desarrollados o en vías de desarrollo. Desde hace muchas décadas han sido la primera causa de mortalidad e incapacidad y en los próximos años, lejos de corregir esa importancia, parece que continuarán atacando nuestra salud. El infarto de miocardio y los accidentes cerebrales (las dos enfermedades cardiovasculares más frecuentes) son responsables del 40% de las defunciones y de más de la mitad de los ingresos hospitalarios, muy por delante del cáncer, las infecciones o las muertes por accidente.


El metabolismo es el proceso que usa el organismo para obtener o producir energía por medio de los alimentos que ingiere. La comida está formada por proteínas, carbohidratos y grasas. Las sustancias químicas del sistema digestivo descomponen las partes de los alimentos en azúcares y ácidos, el combustible de su cuerpo. El organismo puede utilizar este combustible inmediatamente o almacenar la energía en tejidos corporales, tales como el hígado, los músculos y la grasa corporal. Ocurre un trastorno metabólico cuando hay reacciones químicas anormales en el cuerpo que interrumpen este proceso.


Un problema de genes


Pero, ¿por qué se produce este fenómeno en tanta gente? La explicación más satisfactoria está en que parece ser que nuestros genes están diseñados para una época mucho más antigua, unos 100.000 años antes, cuando el hombre tenía muchas dificultades para conseguir comer proteínas animales, cosa que hacía pocas

veces y tras intensos y extensos ejercicios físicos extenuantes. Nuestro metabolismo se preparó entonces para almacenar mejor la poca energía que podía comer de la escasa caza, acumulando grasa, fundamentalmente en la zona abdominal (el constante movimiento de brazos y de piernas impedía hacerlo allí) para utilizarla como almacén de reserva en los periodos de carencia. Con la llegada del hombre recolector y ganadero, el acceso a la comida animal se convirtió en algo más sencillo y habitual. El hambre iba desapareciendo para la mayoría y, en los últimos 10.000 años, el acceso a la grasa y a la proteína animal ha sido sencillo, por lo que se queman un menor número de calorías y, como consecuencia, el acúmulo de grasa persiste en el tiempo.

El sedentarismo de la población ha alcanzado dimensiones de epidemia.

Nuestros genes se están adaptando a esta nueva situación de comida fácil, con poco esfuerzo, situación que ha empeorado de forma radical en las últimas décadas de la industrialización, donde el sedentarismo de la población ha alcanzado dimensiones de epidemia. Como se imaginan, este problema se resolverá probablemente dentro de unos 100.000 o 150.000 años, tiempo en el que nuestro genoma se readapte a nuestra nueva forma de vivir.

Resistencia a la insulina


La situación de máximo riesgo, es decir, de mayor peligro de desarrollar una enfermedad cardiovascular es la que se da cuando el sujeto padece una patología que comienza por un trastorno llamado “resistencia celular a la insulina”. En ella, todas las células necesitan más

insulina en sangre de la normal para conseguir introducir la imprescindible glucosa a través de la membrana celular y mantener así el correcto funcionamiento y metabo- lismo de todos los tejidos del organismo y de sus sistemas. Pues bien, esta condición de resistencia a la insuli- na se acompaña de otras manifestaciones como son la elevación de la presión arterial, el incremento de peso por acumulación de grasa sobre todo a nivel abdominal, cambios en el metabolismo de las grasas provocando un incremento en la producción de colesterol y triglicéridos y una disminución en la excreción de colesterol, así como un aumento en los niveles de glucosa en sangre que puede derivar en el desarrollo de diabetes.

Cuando tenemos tres o más de estos factores de riesgo, decimos que estamos ante un sujeto con el llamado “Síndrome metabólico”.

El orden de importancia y de protagonismo en la creación y desarrollo de enfermedad varía algo de unas poblaciones a otras. No obstante, sabemos con certeza que cuando aparecen juntos más de un factor de los antes mencionados, la situación de peligro de enfermar no se suma, sino que se multiplica. Las formas en que se presenta esta acumulación de factores de riesgo son variadas, pero cuando ya tenemos tres o más de ellos, decimos que estamos ante un sujeto con el llamado “Síndrome metabólico”. La asociación de éste con la enfermedad cardiovascular constituye una de las alteraciones más graves y de mayor desarrollo y crecimiento en los últimos tiempos.